Sin palabras

sin-palabras

Belén Fernández es la madre de un niño de 8 años maravilloso que recibe atención en nuestro Centro de Atención Temprana. Nos ha hecho llegar un relato que ella misma a escrito y que queremos compartir con vosotros, por su autenticidad y porque nos ha emocionado. Esperemos que os guste tanto como a nosotros.

Sin palabras

Hay muchos niños sin palabras.
.
Probablemente no nos habréis visto, porque pasamos inadvertidos.  Si nos veis de lejos por la calle, no sabréis que somos nosotros.  Algunos no pueden hablar porque no les sale la voz; otros son ignorados a pesar de que sí la tienen.  Es muy difícil ser un niño de necesidades especiales sin palabras.
.
Me comunico en lengua de signos bimodal, que es el sistema que se enseña a aquellos
que no pueden utilizar el habla para comunicarse: niños con disfasia (dificultad
para hablar), retraso mental, niños del espectro autista o con escaso lenguaje
oral.  Se diferencia de la lengua de signos, en que las personas que utilizan el lenguaje bimodal sí que pueden oír.  Mi familia tuvo que aprender este sistema conmigo,
a la vez que me iban enseñando a mí. Para ellos es muy fácil entenderme, pero nadie más sabe lo que quiero decir: suelen mirarme sorprendidos o extrañados, sin comprenderme o poder responderme.  En todo momento, necesito que alguien haga de intérprete.
 .
Cuando era pequeño e iba al parque, no tenía problemas para jugar con otros niños, porque hablábamos el idioma universal de la infancia, la amistad, y lo pasábamos muy bien juntos.  Nunca me rechazaron ni se asustaron de mí por ser diferente, y me ayudaban cuando no lograba realizar algún juego, porque mi motricidad fina y gruesa no son muy buenas.  Sin embargo, aunque nos entendíamos con gestos básicos, señalando y asintiendo o negando con la cabeza, siempre necesitaba de la ayuda de mi madre para traducir peticiones o deseos más complejos.  En poco tiempo los niños aprendían los conceptos básicos, pero si no coincidíamos en los días sucesivos, teníamos que volver a empezar con el proceso, enseñando a otros nuevos amigos.
 .
Al empezar el colegio, me quedé sin palabras. Mis compañeros y mi tutora no podían entender lo que decía… Yo necesitaba y quería comunicarme con ellos, así que mi madre fue a clase a dar una pequeña charla sobre la lengua de signos bimodal, preparó un material para todos y así es como, entre los dos, logramos enseñarles. Por fin pude participar en las lecciones y contestar a las preguntas de mi profesora.  Además, ¡es muy divertido jugar y contarnos secretos en lengua bimodal! Sobre todo, porque nadie más
puede entendernos cuando hablamos “en mi idioma”.  La parte negativa es esa, que nadie más que los compañeros de clase y mi tutora sabe lo que quiero decir.
 .
Creo que este sistema debería ser una asignatura más: así todos se podrían comunicar con otros niños -en el futuro adultos- como yo, que no necesitarían un intérprete cada vez que fueran a la compra, al médico, a la peluquería, al cine… Nuestra vida sería mucho más fácil.
 .
Muchas personas no se molestan en preguntarme cosas, quizás porque no puedo hablar como ellos, o quizás porque les da igual lo que yo tenga que contar, incluso aunque esté allí mi madre para traducirles.  Me da mucha pena que no les interese cuál es mi color favorito, o qué tal me lo he pasado hoy en la piscina.  No se sientan a leer conmigo, ni a jugar, no quieren conocerme.  A lo mejor, como no puedo emitir palabras, se piensan que no puedo entenderles, que no soy un niño como los demás.  Yo soy un niño como cualquier otro, y quiero ser tratado como tal.  Me gusta que mis amigos me inviten a sus cumpleaños, comer chucherías y jugar al fútbol; si me caigo y me hago daño sufro, si recibo una sorpresa agradable soy muy feliz.  Siento que los que me ignoran me dejan doblemente sin palabras porque no me dan la oportunidad de expresarme al no querer saber de mí.
Quizás, si en el colegio hubieran estudiado lengua de signos bimodal, si hubieran aprendido sobre los niños de necesidades especiales, hubieran logrado desarrollar la sensibilidad necesaria para poder tratarnos como lo que somos, seres humanos.
 .
Ahora que me habéis escuchado, espero haber abierto vuestros oídos.  Espero que os hayáis dado cuenta de que yo también soy un niño, que necesito cariño y protección; que
también tengo sentimientos, sueños y esperanzas.  Espero que cuando os crucéis conmigo en cualquier lugar de la vida, al haber sabido lo que hay en mi corazón y quién soy, nos podamos acercar y compartir el Mundo en el que ambos vivimos en lugar de habitar en universos paralelos.
 .
Es por esto por lo que estoy escribiendo mi relato. Para poder dar voz, para que
seamos visibles, para contar cómo es la vida de un niño sin palabras, mi vida…