Hoy nos acercamos a Juan, una persona agradable y con la que bastan sólo unos minutos de conversación para darse cuenta de que tiene mucho que decir. Es el director del Centro de Residencial y de Día, pero en esta ocasión vamos a conocer a la persona.

Hola Juan, haznos una descripción de ti para que podamos conocerte un poco más.
Soy Juan Fernández García, tengo ya 52 años –nosotros los de entonces ya no somos los mismos, dice el poeta. Y cuesta dejar de pensar en ese niño inquieto, muy revoltoso que nació en un pequeño pueblo de Córdoba, aunque, en realidad, mi recuerdos son de un niño con maletas que, a los 12 años, mis padres decidieron que tenía que abrirme al mundo y desde, aquel entonces, he recorrido muchísimos caminos y me han enseñado que estar a este lado de la vida ha merecido la pena. Desde esa edad ya se me abrió un horizonte de dedicación, llevo 40 años junto a las personas con discapacidad aprendiendo cada día y dando gracias a mis padres por lanzarme a esta aventura. También he de reconocer a la Orden de San Juan de Dios que, sin las vivencias vividas en esos prematuros años, hoy sería difícil contar lo que siento.

Tengo la suerte de no aburrirme nunca, tengo muchas aficiones que las compagino como es la lectura, los animales (que en casa me dicen que son muchos los que hay ya), el amor por lo antiguo, sentarme en algún lugar sin hacer nada… Además cuento con otra suerte: tener a las personas que quiero tener a mi lado.

¿Cómo llegaste a integrandes.org?
Llegué de la mano de una gran profesional de la entidad que me sedujo con la idea de participar en un proyecto que hoy es ya una realidad, como es la puesta en escena del Centro Residencial y de Día, gestionado por la entidad desde el 2006. Desde entonces, llevo la Dirección del Centro.

¿En qué crees que puede ayudarte ser de integrandes.org?
En seguir creciendo, humana y profesionalmente.

¿Qué piensas que se puede hacer para lograr la plena inclusión de las personas con discapacidad en la sociedad?
Dejar de hacernos esta pregunta y habremos conseguido dar el paso que nos falta.